El Ironman es la prueba más exigente del triatlón. Consta de 3.86 km de natación, 180 km de ciclismo y 42.2 km de carrera a pie. Es un deporte de riesgo en diversos planos y en Frankfurt acaba de cobrarse la vida de un joven británico de 30 años.
El deportista falleció tres días después de participar del triatlón en el hospital en que ingresó al desfallecerse al termino de la competición. Marcó un tiempo algo superior a las 15 horas: más de doce horas en la carretera, entre la carrera y la bicicleta, y más de tres de natación. Las condiciones eran extremadamente duras, especialmente en el tramo final de la prueba, cuando el termómetro marcaba más de 35 grados.
Según confirmaron las pruebas médicas, sufrió un edema cerebral debido a las altas temperaturas y a la falta de sales. “Al cruzar la meta perdió la consciencia y comenzó a tener convulsiones. Tomamos las medidas necesarias pero no pudimos hacer nada para salvar su vida. La causa de la muerte fue la falta de suministro de sales en el cuerpo. Bebió mucha agua, pero no tiene sodio y el cuerpo cuando suda pierde todo el sodio. La falta de este mineral provoca una alteración del equilibrio hidroelectrolítico en el cerebro”, explicó el doctor Leo Latasch, que dirigía un equipo con 30 médicos y 350 trabajadores de la Cruz Roja.
El deportista se desvaneció al pasar la línea de meta y los médicos “tomamos inmediatamente las medidas necesarias”. Pero al llegar a la clínica “el cuerpo estaba muy deteriorado y el cerebro hinchado. Ninguna operación hubiera salvado su vida”, agregó.
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