El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta quiere cerrar el año próximo el predio que ocupa el complejo de alto rendimiento deportivo en Núñez para realizar el más grande negocio inmobiliario de la historia de la ciudad ya que aspiran a conseguir más de u$s 1.000 millones sólo por la venta de terrenos. El cierre del Cenard afectará no sólo a los deportistas sino a unos 450 trabajadores, quienes ven en peligro su fuente laboral.
Hace un par de semanas, Julio Velasco delineaba el año del vóley nacional cuando explicitó lo que se venía hablando por lo bajo por las instalaciones de Miguel Sánchez 1050. Al explicar los motivos de su posible salida de la selección masculina tras el Mundial a celebrarse en septiembre próximo, el entrenador platense dejó en claro que uno de los motivos era “porque quieren trasladar todos los deportes a la Villa Olímpica de Villa Soldati (ver link). El cierre del Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard) es una decisión que se viene madurando desde hace dos años a caballo de un plan global del gobierno porteño para lucrar con tierras que considera “improductivas” lo que no sólo dejaría al deporte nacional sin su principal espacio de entrenamiento, sino que generaría un impacto ecológico de magnitud e implicaría la posible salida del mercado laboral de hasta 450 trabajadores.
La gestión que Horacio Rodríguez Larreta encabeza en Buenos Aires aspira a subir la población estable de la ciudad de tres a cinco millones de habitantes, por lo que con “el consejo” de las principales desarrolladoras inmobiliarias reunidas en el Foro de Desarrollo Urbano está buscando espacios para generar unidades habitacionales. Si Mauricio Macri cuando era Lord Major pensó la polémica Villa Olímpica (ver link), Rodríguez Larreta puso la mira en dos predios del norte de CABA en los que consideró que podía hacer jugosos negocios. Tras un tironeo legal que duró casi tres años (ver link), el gobierno logró quedarse con 13 de las 16 hectáreas que el Tiro Federal Argentino (TFA) ocupa en Núñez. Y si bien inicialmente prometió que la mayoría del espacio sería para generar un polo tecnológico, una tercera parte se destinará a desarrollos inmobiliarios de alta gama, por lo que se supone que habría una inversión privada cercana a los u$s 600 millones (ver link).
¿Además del potencial ABL que pagarán los nuevos propietarios, saca algo con esto la Ciudad? Claro que sí. Porque inicialmente se debe ganar la subasta por los terrenos. Un solar cercano de 5189,15 m² que ocupaba un complejo de futsal cito en Campos Salles y Arribeños fue comprado por la desarrolladora Raghsa, propiedad del empresario Moisés Khafif, quien le pagó al Estado nacional u$s 42 millones. Pocos recordaron entonces que Khafif es uno de los integrantes del foro que aconseja a Rodríguez Lareta (ver link).
La cuenta que hacen en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de CABA, a cargo de Franco Moccia, es que el producto que genere el terreno disponible del TFA podría multiplicar por diez la cifra que consiguió la Agencia Administradora de Bienes del Estado (AABE) por las canchitas de fútbol ubicadas a dos manzanas de allí. Pero las actuales autoridades de CABA van por más y lo que planifica el team Rodríguez Larreta-Moccia es el cierre del Cenard a partir de 2019 para usufructuar sus 115.000 m² en el más grande negocio inmobiliario de la historia de la ciudad.
El predio ganado al río con los escombros producidos por la construcción de la línea B del subte, fue en la primera mitad del siglo XX un espacio destinados a los clubes Arquitectura y Comunicaciones que, a partir de 1954, fue la sede de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). La furia de la Revolución Libertadora, que quemó casi todas las instalaciones, no pudo quebrar el espíritu del solar que fue reciclado para albergar el Centro de Educación Física N° 1. A comienzos de los 80, el gobierno militar decidió establecer el Centro Deportivo Nacional (Cedena), que pese a sus limitaciones y fallas de mantenimiento fue el primer enclave deportivo nacional. La cercanía de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995 hizo que se reciclara y fuera rebautizado como Cenard, reuniendo a la elite del deporte argentino en el último cuarto de siglo. La finca cuenta con un instituto educativo secundario y uno terciario, un hotel con capacidad para 320 personas, dos pistas de atletismo, un complejo de canchas de tenis, un campo de fútbol, una pileta olímpica cubierta y una de clavados, un patinódromo, una cancha de hockey de césped sintético, palestra de escalamiento, frontón de pelota, dos complejos de pesas, gimnasios equipados para entrenamientos de deportes de conjunto, un complejo de gimnasia deportiva, laboratorios y consultorios médicos, un polideportivo con capacidad para 2.000 personas y las oficinas de la Secretaría de Deporte de la Nación.
Sin embargo, toda esa estructura está a punto de cerrar sus puertas para beneficiar a los peces gordos del real estate. El gran cebo para la administración de Cambiemos es que, prorrateando lo conseguido en el terreno de Campos Salles y Arribeños y teniendo en cuenta las amplias posibilidades del vasto lote del Cenard (la ubicación es estratégicamente privilegiada, se puede construir en altura, no hay edificios en la cercanías, y la vista al río está garantizada), se estima que el producto de la venta del Cenard le aportaría a las arcas porteñas una cifra cercana a u$S 1.000 millones una vez que se vendan las 11 hectáreas, un volumen nunca visto en CABA en un solo negocio.
La decisión cuenta con el consentimiento de Carlos Javier Macallister –secretario de Deporte de la Nación (cartera que recibiría un porcentual de lo producido por la venta de los terrenos)– quien si bien no lo ha comentado de manera oficial ya comenzó a avisar a los delegados gremiales de ATE y UPCN que quienes cumplen funciones en el Cenard tendrán que aceptar la relocalización en el sur de la Ciudad, en las instalaciones que quedarán como herencia de los Juegos Olímpicos de la Juventud (ver link), o adherirse al retiro voluntario. Eso sí, la última opción sólo le cabría a menos del 30% de los 450 trabajadores que cumplen horario laboral, ya que la inmensa mayoría son contratados quienes, una vez que cierre el Cenard, se quedarán sin fuente laboral. La medida también cuenta con la venia de Gerardo Werthein –presidente del Comité Olímpico Argentino– quien ya dio su aprobación a la mudanza en una entrevista a La Nación hace dos años (ver link) y lo confirmó en 132º Sesión del Comité Olímpico Internacional realizada en febrero último en PyeongChang (Corea del Sur) cuando dijo “Our Olympic Center todeay is in the core of the city. Valuable land. So, maybe in the future, this can have another aplications [Nuestro actual centro olímpico –Cenard– está en una zona central de la ciudad. Tierras caras. Tal vez en el futuro tenga otras aplicaciones] (link al video desde 2h51m05s). Werthein, opositor de Macri en las elecciones provinciales en La Pampa, tampoco puso reparos a la pérdida de autarquía del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard), cuando pasó a depender del gobierno central a partir de la reforma tributaria propiciada por el gobierno nacional en noviembre último (ver link)
Por: ERNESTO RODRÍGUEZ III
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