Etiopía ganó tres medallas de oro en Londres y la mayoría de
sus deportistas se entrenaron sin tener equipos deportivos o por lo menos un
par de zapatillas, pero mientras sus familias luchaban por conseguir agua o una
bolsa de harina, ellos eran citados por el gobierno para participar de los
Juegos Olímpicos. “Imagínense lo que mi país pudiera lograr si la mitad de
nuestros niños no estuvieran sufriendo de desnutrición”, dijo el fondista
etíope Haile Gebrselassie, quien consiguió el apoyo del astro brasileño del
fútbol Pelé y el doble campeón olímpico en carreras de fondo Mo Farah para
presentar una carta abierta al primer ministro británico, David Camerón, que
pide dar prioridad a la lucha contra la hambruna cuando Gran Bretaña asuma la
presidencia del G8 el siguiente año.
Los medallistas Etíopes sabían que tenían que destacarse
para tratar de mejorar su situación cuando volvieran a su país o lograr que el
gobierno cumpla su promesa de facilitarles el acceso al agua si lograban
quedarse con alguna medalla.
En algunas naciones sólo los privilegiados pudieron mirar
por televisión las proezas de Usain Bolt o la lucha entre China y Estados
Unidos para quedarse con el medallero Olímpico, para ser más precisos quizá ni
los conozcan. La globalización es
inexistente, tan imposible como comer o tener agua. Es una cotidianidad para
Chad, Mozambique, Burundi, Níger y RD Congo entre otros.
En aquellas regiones, en promedio 85% de su población vive
en carencia; en algunos sitios de RD Congo, última del ranking más reciente del
índice de PNUD que mide la pobreza, se vive con 300 dólares anuales… la
igualdad con el mundo sólo la tienen con los Juegos Olímpicos.
Según el estudio “Índice de Desarrollo Humano”, las cinco
naciones son las peores para vivir, pero nada de eso impide que estén en
Londres, sonriendo al menos alguna vez…
Confundidos por terroristas suicidas por el Ejército de
Somalia y tomados por “locos” por algunos vecinos de Mogadiscio, los dos
componentes del equipo olímpico somalí parecen entrenarse para una carrera de
obstáculos, aunque ninguno vaya a competir en esa prueba en los Juegos
Olímpicos, la mayoría de los participantes tiene probabilidades de un solo un
30% de llegar con vida a los 40 años.
Durante los últimos seis meses, los atletas somalíes, que
buscaban un billete para Londres, se han preparado a conciencia por las
polvorientas calles de la capital somalí (Mogadiscio) y en el Estadio de Konis,
cuyas instalaciones, agujereadas por las balas, son testimonio de más de veinte
años de conflicto.
La corredora Amal Mohamed vivió en estos años la muerte de
sus dos hermanas, víctimas de violaciones y de su madre, afectada por una de
una de las tantas epidemias en su país, pero esto no fue un motivo para bajar
los brazos.
“Oías silbar las
balas mientras entrenabas, luego las tropas gubernamentales te inspeccionaban…
eso terminaba por afectar a los músculos“, agrega la especialista en 200 metros
lisos. En su caso, como en el de la finalmente seleccionada Zamzam
Mohamed Farah, la dificultad era añadida por el hecho de ser mujer en un lugar
predominantemente machista y en el que no muchos entendían la práctica del
deporte e incluso se reían de ellas y las tachaban de “taradas.”
El entorno para la preparación olímpica, desde luego, no ha
sido el más adecuado, sino más bien todo lo contrario, con las tropas
gubernamentales y las fuerzas multinacionales de la Misión de la Unión Africana
en Somalia (AMISOM) combatiendo a la milicia fundamentalista islámica Al
Shabaab.
Londres 2012 se despidió ayer con otra fiesta millonaria,
pero seguramente fue el momento más amargo de muchos deportistas que saben que
tienen que volver y enfrentar la
realidad en que viven a diario, esperando por otra oportunidad de salir a
representar a su país y olvidar por un mes el terror y el hambre.
Por :Adriana Alvarenga
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