Los chicos participan, largan, llegan y siempre
cumplen con brindarnos emociones para el aplauso, por
su inocencia, por su ilusión y por la ganas que ponen en
cada competencia. También un poco de sentirse
«hombres» cuando no se podía llegar corriendo, y se
largaron a caminar con una tranquilidad soberbia, como
diciendo «no se puede corriendo, pero quiero llegar
igual». Algún otro que venía caminando, sintió el aliento
de la gente, el aplauso y se largó a toda carrera a llegar,
y ser más ovacionado aún, por las 5 a 6000 personas que
colmaron la costanera.
En la llegada, se daba el reencuentro con la mami, el
papi, el hermanito, o quien sea, como si se hubiera ido a
un largo viaje y recién regresaba, por el abrazo y la
emoción que había. Pero ver esas caritas tan contentas,
felices de haber arribado a la meta, sin importar el lugar,
sino el compartir, el estar, el recibir el «bien» de sus
papis, o de los profesores, o de la gente misma, era
impagable. Como impagable era verlos de cerca, claro,
porque transmitían, contagiaban esa ilusión.
Unos 1.500 chicos fueron los inscriptos y los qe le dieron vida a la edición
de ayer en la costanera. Y fue todo muy ágil, porque la organización
trabajó muy bien y largó las «mangas» con mucha celeridad, y así nada se
rápidamente, y con los últimos albores del sol se fue terminando, para
felicidad de todos. Pero fundamentalmente de los chicos, que llegaron a
sus casas y colgaron la medalla en un lugar muy preciado, sin duda yfue así que pasaron una a una las categorías con total normalidad bajo la locución de unos amigo nuestro Sapi Tealdo y Fabián Duce quien se esta preparando para la competencia principal.
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