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El 24 de marzo, un mes y un día después de la clasificación,
y a cuatro meses de la ceremonia inaugural, el Comité Olímpico Internacional
(COI) anunció la postergación de los Juegos. “Para mí fue un alivio. La
situación era muy estresante para todos los atletas al ver que no se podía
entrenar, no se podía viajar; ni hablar para los que estaban intentando
clasificarse. Por ese lado, me lo tomé con muchísima calma, muchísima
tranquilidad: el virus se estaba ‘desparramando’ por todo el mundo, todos
teníamos incertidumbre”.
Marcela Gómez: “Lo que queríamos corregir en Tokio ahora lo
vamos a poder corregir antes”
Entrenamientos con tapabocas, moda de 2020. (Instagram:
@atleta_marcecris)
Una mano de Dios
El mundo cambió de un día para el otro, sin aviso. Pero, de
haber existido la posibilidad de planificarlo, ese cambio inevitable se dio en
el momento en que Marcela hubiese elegido: con la clasificación asegurada.
“Tuve la suerte de haber planificado y de haber llegado bien a Sevilla, sin
ninguna lesión, ningún contratiempo. Pude ir, correr y conseguir mi marca. Y
fue una de las últimas pruebas que se realizó en el mundo. Muchos atletas se
iban a Europa en abril para buscar la marca y vieron frustrados sus planes. Eso
es un golpe psicológico muy fuerte”. Y sintetiza: “Fue una mano de Dios”.
Y así como por un lado la preparación rumbo a Sevilla se dio
al pie de la letra, de Sevilla para acá, historia conocida. “Se fue
desmoronando toda la planificación”.
Gómez vive en Paiçandu, un municipio de unos 40.000
habitantes ubicado en la Región Metropolitana de Maringá, estado de Paraná. “La
cuarentena estricta donde vivo duró 40, 45 días. O sea, descansé dos semanas y
el resto del tiempo realicé ejercicios dentro de casa, fortalecimiento,
flexibilidad. A los 45 días pude salir a correr al aire libre. Tengo la ventaja
de que puedo salir a correr por caminos rurales, por fuera de la ciudad. No me
encuentro con mucha gente, ni aglomeraciones, y eso me ayuda muchísimo”, le
describe a la Agencia DIB.
A finales de abril, dos meses después de lograda la
clasificación, “de a poco empezamos con las corridas. Y ahora estamos
trabajando otros aspectos, intentando corregir déficits de la corrida,
trabajando con fisioterapeuta, personal trainer y con mi entrenador. Estamos
más enfocados en esa parte, luego sí nos vamos a dedicar solamente en los
entrenamientos de atletismo”.
Y la charla vuelve para atrás, es inevitable. Es que hoy
faltarían trece días para el maratón de los Juegos y ahora la espera se
extiende hasta el 7 de agosto del año que viene. “Trabajé muchísimo para
conseguir esa marca: sin sponsor, sin equipo; todo fue sacrificio, sudor y
lágrima, lo hice por cuenta propia. Entonces, conseguir la marca, cumplir el
sueño olímpico y que se postergue…”.
Y aquel bajón de la postergación reapareció con la vuelta a
los entrenamientos. “Volver a entrenar sin un calendario, sin pruebas a la
vista ni cómo mantenerte en forma, porque una cosa es entrenar y otra competir,
me bajoneó. Pero ver la ceremonia del jueves pasado, la repercusión que tuvo,
que falta un año para los Juegos… Lo miré más por el lado positivo: ‘Vamos a
trabajar con mayor énfasis en todo. Vamos a correr otro maratón, vamos a
intentar mejorar aún más el récord argentino y llegar todavía mejor para los
Juegos del año que viene”, es el nuevo desafío.
“Sevilla fue el cuarto maratón de mi carrera y yo siempre
digo que cada maratón es un aprendizaje”, analiza Marcela Gómez. “Después de
Sevilla nos sentamos con mi entrenador y dijimos: ‘Llegué en mi mejor momento
hasta el momento’. Y ahí vimos que todavía tenemos muchas cosas por ajustar;
sabemos que es posible mejorar aún más. Pero si los Juegos se hacían este año
no teníamos tiempo de correr otro maratón. O sea, podíamos correrla, pero con
certeza no íbamos a llegan en la mejor forma a Tokio, porque es muy desgastante
entrenar y correr un maratón. El objetivo era correr pruebas más cortas para
agarrar ritmo, entrar en forma más rápido, y usarlas como testeo. Ahora,
teniendo un año de planificación, probablemente volvamos a correr Sevilla el
año que viene para intentar mejorar ahí. Vamos a hacer toda la planificación
que habíamos esperado hacer este año pero con la diferencia de que lo que
queríamos corregir en Tokio, lo vamos a poder corregir en Sevilla, y ahí sí
llegar mejor para Tokio”.
Marcela Gómez: “Lo que queríamos corregir en Tokio ahora lo
vamos a poder corregir antes”
Radicada en Brasil, Gómez se prometió representar al país en
un JJ.OO. (Instagram: @atleta_marcecris)
Objetivo sudamericano
Junto a otros competidores, en las pruebas de maratón se
buscan registros. Y así como entre los hombres la discusión gira en torno de
quién y cuándo será el primero que corra los 42,195 kilómetros en menos de dos
horas (el keniata Eliud Kipchoge frenó los relojes en 2h01m39s el 16 de septiembre
de 2018), Marcela Gómez tiene claros sus objetivos. Con sus 2h28m58s segundos
del 23 de febrero, Gómez rompió el récord nacional que estaba en poder de
Griselda González desde el 11 de mayo de 1997 (2h30m32s), según los registros
de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA). Ahora, “el próximo objetivo
es acercarme al récord sudamericano”, los 2h26m48s de la peruana Inés Melchor,
en Berlín 2014. “Estoy a dos minutos, parece mucho, pero en un maratón son
detalles”, analiza.
Y en esa proyección se apoya en su entrenador, Humberto
García de Oliveira. “Mi entrenador cree que todavía tenemos para bajar bastante
ese récord. Y él fue el primero que afirmó que estábamos yendo a buscar la
marca olímpica. Cuando le dije que la marca olímpica era 2h29m30s, me dijo:
‘Ah, sí, lo conseguimos’. Así que si él me dice que mi tiempo es equis, confío
en que llego porque confío muchísimo en el trabajo de mi entrenador, y en mi
trabajo”.
Desde 2018
A comienzos de este año Marcela Gómez se clasificó a Tokio
en su cuarto maratón. Corredora de pruebas de mediofondo, “mi primer maratón
fue en 2018, en Río de Janeiro. Entré en esa prueba solo como un test, para ver
si superaba la distancia, para ver si era posible, en un futuro, intentar la
marca olímpica. No me entrené específicamente para ese maratón porque en ese
entonces estaba en el equipo de Cruzeiro y por razones de contrato tenía que
correr pruebas cortas, debía cumplir un calendario”.
Entrenando en los 10.000 metros, Gómez estableció en el
maratón de Río un tiempo de 2h47m52s. “Sobreviví a la distancia, terminé muerta
por falta de entrenamiento y ahí dije: ‘Esto es lo que quiero hacer, es el
desafío que quiero para mí’”. Ese tiempo de Río le permitió ingresar al
Sudamericano de Buenos Aires. El tiempo era muy corto, porque el maratón de Río
fue en julio y el de Buenos Aires era en septiembre. “Pero para no perder mi
primera convocatoria para la selección dijimos ‘vamos’: hicimos algunas modificaciones
leves, entrené como daba para entrenar, fui y bajé cinco minutos mi tiempo”
(2h42m38s).
El año pasado Gómez volvió a Buenos Aires, tercer maratón
para ella, y volvió a bajar su marca: 2h34m52. Fue sexta detrás de tres
keniatas (1ª, 3ª y 4ª), una etíope (2ª) y la también argentina Daiana Ocampo
(5ª).
Consejo del marido
Marcela Cristina Gómez nació el 19 de febrero de 1984. Es de
Tres Isletas, una ciudad ubicada en el centro de la provincia del Chaco, a poco
más de 200 kilómetros de Resistencia. En 2007, durante una prueba atlética en
el interior de Misiones, a la que ella fue como espectadora, conoció a un
corredor brasileño aficionado, quien luego se convertiría en su marido. Y en
2011 se mudó a Brasil. “Por incentivo de él empecé a entrenar y a dedicarme al
deporte. Él me decía vos podés vivir del deporte, tenés talento. Hasta que un
día dije: ‘Vamos a ver si es verdad’. Decidí dedicarme y hoy soy recordista
argentina”.
Marcela Gómez, Joaquín Arbe y Eulalio Muñoz son los tres
maratonistas argentinos clasificados a Tokio. Toda planificación va al compás
de la pandemia. Para ella el plan A es poder viajar en septiembre al centro de
alto rendimiento de Paipa, en Colombia, para entrenarse en la altura. “Es un
lugar que conozco y en el que me siento bien. Además, la altitud ayuda
muchísimo para quien trabaja pruebas de fondo”. Si no se puede, el plan B sería
viajar a Europa en el corto plazo, pero siempre con la intención de regresar a
Colombia, el lugar elegido para preparar el maratón de los Juegos.