lunes, 3 de agosto de 2020

Marcela Cristina Gómez con la mira puesta en los Juegos Olimpicos en Tokio 2021

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Por Gastón M. Luppi / Agencia DIB

 El jueves se puso en marcha la cuenta regresiva y ahora sí falta menos de un año para los Juegos Olímpicos. Ese tiempo es más del doble de lo que faltaba cuando Marcela Gómez (36) logró su clasificación en maratón, allá por febrero de este año en Sevilla. Eso sí: el discreto evento que se realizó la semana pasada en Japón (el 23 de julio de 2020, a un año de la apertura de Tokio 2020+1) fue un empuje anímico para esta chaqueña radicada en Brasil desde 2011.

 “En los últimos tiempos veníamos un poco desmotivados, ya que no tenemos eventos y ninguna previsión, principalmente en nuestro continente”, le cuenta Gómez a la Agencia DIB. “Pero el jueves pasado prendías el televisor y todos los noticieros decían ‘falta un año para los Juegos, falta un año para los Juegos’. Sabiendo que ya estoy clasificada, y teniendo exactamente un año para entrenar, fue una motivación. Lo miro desde el lado positivo, tengo más tiempo para trabajar”.

 El 23 de febrero de este año Marcela Gómez participó de un maratón por cuarta vez en su carrera. Fue en Sevilla y con un tiempo de 2 horas, 28 minutos y 58 segundos finalizó en el décimo puesto, estableció un nuevo récord nacional y, principalmente, terminó por debajo de las 2 horas, 29 minutos y 30 segundos que otorgaba el pasaje a Tokio -en verdad, el maratón olímpico será en Sapporo-.

 Faltaban cinco meses y un día para la ceremonia de apertura de los Juegos. Y sin dimensionar lo que se venía, el mundo comenzaba a estar en alerta. “El 23 de febrero corrí en Sevilla. El 25, cuando me volví, en España ya había muchos casos y a esa altura ya sabíamos que el campeonato indoor de China había sido cancelado. Y llegué a Brasil el 26, cuando se confirmó el primer positivo. A partir de allí comenzó toda la incertidumbre y unos 16, 17 días después entramos en cuarentena”, recuerda Gómez.

 

El 24 de marzo, un mes y un día después de la clasificación, y a cuatro meses de la ceremonia inaugural, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció la postergación de los Juegos. “Para mí fue un alivio. La situación era muy estresante para todos los atletas al ver que no se podía entrenar, no se podía viajar; ni hablar para los que estaban intentando clasificarse. Por ese lado, me lo tomé con muchísima calma, muchísima tranquilidad: el virus se estaba ‘desparramando’ por todo el mundo, todos teníamos incertidumbre”.

 

Marcela Gómez: “Lo que queríamos corregir en Tokio ahora lo vamos a poder corregir antes”

Entrenamientos con tapabocas, moda de 2020. (Instagram: @atleta_marcecris)

Una mano de Dios

El mundo cambió de un día para el otro, sin aviso. Pero, de haber existido la posibilidad de planificarlo, ese cambio inevitable se dio en el momento en que Marcela hubiese elegido: con la clasificación asegurada. “Tuve la suerte de haber planificado y de haber llegado bien a Sevilla, sin ninguna lesión, ningún contratiempo. Pude ir, correr y conseguir mi marca. Y fue una de las últimas pruebas que se realizó en el mundo. Muchos atletas se iban a Europa en abril para buscar la marca y vieron frustrados sus planes. Eso es un golpe psicológico muy fuerte”. Y sintetiza: “Fue una mano de Dios”.

 

Y así como por un lado la preparación rumbo a Sevilla se dio al pie de la letra, de Sevilla para acá, historia conocida. “Se fue desmoronando toda la planificación”.

 

Gómez vive en Paiçandu, un municipio de unos 40.000 habitantes ubicado en la Región Metropolitana de Maringá, estado de Paraná. “La cuarentena estricta donde vivo duró 40, 45 días. O sea, descansé dos semanas y el resto del tiempo realicé ejercicios dentro de casa, fortalecimiento, flexibilidad. A los 45 días pude salir a correr al aire libre. Tengo la ventaja de que puedo salir a correr por caminos rurales, por fuera de la ciudad. No me encuentro con mucha gente, ni aglomeraciones, y eso me ayuda muchísimo”, le describe a la Agencia DIB.

 

A finales de abril, dos meses después de lograda la clasificación, “de a poco empezamos con las corridas. Y ahora estamos trabajando otros aspectos, intentando corregir déficits de la corrida, trabajando con fisioterapeuta, personal trainer y con mi entrenador. Estamos más enfocados en esa parte, luego sí nos vamos a dedicar solamente en los entrenamientos de atletismo”.

 

Y la charla vuelve para atrás, es inevitable. Es que hoy faltarían trece días para el maratón de los Juegos y ahora la espera se extiende hasta el 7 de agosto del año que viene. “Trabajé muchísimo para conseguir esa marca: sin sponsor, sin equipo; todo fue sacrificio, sudor y lágrima, lo hice por cuenta propia. Entonces, conseguir la marca, cumplir el sueño olímpico y que se postergue…”.

 

Y aquel bajón de la postergación reapareció con la vuelta a los entrenamientos. “Volver a entrenar sin un calendario, sin pruebas a la vista ni cómo mantenerte en forma, porque una cosa es entrenar y otra competir, me bajoneó. Pero ver la ceremonia del jueves pasado, la repercusión que tuvo, que falta un año para los Juegos… Lo miré más por el lado positivo: ‘Vamos a trabajar con mayor énfasis en todo. Vamos a correr otro maratón, vamos a intentar mejorar aún más el récord argentino y llegar todavía mejor para los Juegos del año que viene”, es el nuevo desafío.

 

“Sevilla fue el cuarto maratón de mi carrera y yo siempre digo que cada maratón es un aprendizaje”, analiza Marcela Gómez. “Después de Sevilla nos sentamos con mi entrenador y dijimos: ‘Llegué en mi mejor momento hasta el momento’. Y ahí vimos que todavía tenemos muchas cosas por ajustar; sabemos que es posible mejorar aún más. Pero si los Juegos se hacían este año no teníamos tiempo de correr otro maratón. O sea, podíamos correrla, pero con certeza no íbamos a llegan en la mejor forma a Tokio, porque es muy desgastante entrenar y correr un maratón. El objetivo era correr pruebas más cortas para agarrar ritmo, entrar en forma más rápido, y usarlas como testeo. Ahora, teniendo un año de planificación, probablemente volvamos a correr Sevilla el año que viene para intentar mejorar ahí. Vamos a hacer toda la planificación que habíamos esperado hacer este año pero con la diferencia de que lo que queríamos corregir en Tokio, lo vamos a poder corregir en Sevilla, y ahí sí llegar mejor para Tokio”.

 

Marcela Gómez: “Lo que queríamos corregir en Tokio ahora lo vamos a poder corregir antes”

Radicada en Brasil, Gómez se prometió representar al país en un JJ.OO. (Instagram: @atleta_marcecris)

Objetivo sudamericano

Junto a otros competidores, en las pruebas de maratón se buscan registros. Y así como entre los hombres la discusión gira en torno de quién y cuándo será el primero que corra los 42,195 kilómetros en menos de dos horas (el keniata Eliud Kipchoge frenó los relojes en 2h01m39s el 16 de septiembre de 2018), Marcela Gómez tiene claros sus objetivos. Con sus 2h28m58s segundos del 23 de febrero, Gómez rompió el récord nacional que estaba en poder de Griselda González desde el 11 de mayo de 1997 (2h30m32s), según los registros de la Confederación Argentina de Atletismo (CADA). Ahora, “el próximo objetivo es acercarme al récord sudamericano”, los 2h26m48s de la peruana Inés Melchor, en Berlín 2014. “Estoy a dos minutos, parece mucho, pero en un maratón son detalles”, analiza.

 

Y en esa proyección se apoya en su entrenador, Humberto García de Oliveira. “Mi entrenador cree que todavía tenemos para bajar bastante ese récord. Y él fue el primero que afirmó que estábamos yendo a buscar la marca olímpica. Cuando le dije que la marca olímpica era 2h29m30s, me dijo: ‘Ah, sí, lo conseguimos’. Así que si él me dice que mi tiempo es equis, confío en que llego porque confío muchísimo en el trabajo de mi entrenador, y en mi trabajo”.

 

Desde 2018

A comienzos de este año Marcela Gómez se clasificó a Tokio en su cuarto maratón. Corredora de pruebas de mediofondo, “mi primer maratón fue en 2018, en Río de Janeiro. Entré en esa prueba solo como un test, para ver si superaba la distancia, para ver si era posible, en un futuro, intentar la marca olímpica. No me entrené específicamente para ese maratón porque en ese entonces estaba en el equipo de Cruzeiro y por razones de contrato tenía que correr pruebas cortas, debía cumplir un calendario”.

 

Entrenando en los 10.000 metros, Gómez estableció en el maratón de Río un tiempo de 2h47m52s. “Sobreviví a la distancia, terminé muerta por falta de entrenamiento y ahí dije: ‘Esto es lo que quiero hacer, es el desafío que quiero para mí’”. Ese tiempo de Río le permitió ingresar al Sudamericano de Buenos Aires. El tiempo era muy corto, porque el maratón de Río fue en julio y el de Buenos Aires era en septiembre. “Pero para no perder mi primera convocatoria para la selección dijimos ‘vamos’: hicimos algunas modificaciones leves, entrené como daba para entrenar, fui y bajé cinco minutos mi tiempo” (2h42m38s).

 

El año pasado Gómez volvió a Buenos Aires, tercer maratón para ella, y volvió a bajar su marca: 2h34m52. Fue sexta detrás de tres keniatas (1ª, 3ª y 4ª), una etíope (2ª) y la también argentina Daiana Ocampo (5ª).

 

Consejo del marido

Marcela Cristina Gómez nació el 19 de febrero de 1984. Es de Tres Isletas, una ciudad ubicada en el centro de la provincia del Chaco, a poco más de 200 kilómetros de Resistencia. En 2007, durante una prueba atlética en el interior de Misiones, a la que ella fue como espectadora, conoció a un corredor brasileño aficionado, quien luego se convertiría en su marido. Y en 2011 se mudó a Brasil. “Por incentivo de él empecé a entrenar y a dedicarme al deporte. Él me decía vos podés vivir del deporte, tenés talento. Hasta que un día dije: ‘Vamos a ver si es verdad’. Decidí dedicarme y hoy soy recordista argentina”.


 Los argentinos

Marcela Gómez, Joaquín Arbe y Eulalio Muñoz son los tres maratonistas argentinos clasificados a Tokio. Toda planificación va al compás de la pandemia. Para ella el plan A es poder viajar en septiembre al centro de alto rendimiento de Paipa, en Colombia, para entrenarse en la altura. “Es un lugar que conozco y en el que me siento bien. Además, la altitud ayuda muchísimo para quien trabaja pruebas de fondo”. Si no se puede, el plan B sería viajar a Europa en el corto plazo, pero siempre con la intención de regresar a Colombia, el lugar elegido para preparar el maratón de los Juegos.


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