Un rayo parte el cielo cálido, profundo, oscuro de Neuquén.
Debajo, en la tierra, Julius Rono parte el pelotón de punta de la Energizate
Run 10k -apenas pasada la mitad de la carrera-, sentencia su victoria. Matías
Roth y Luis Ortiz observan alejarse sin respuestas a esa zancada oscura,
liviana, keniata, que se pierde en la noche.
Ya tendrán su momento, Ortiz y Roth, para desafiarse en
contrapunto; pero ahora el que dirige la batuta en esta sinfonía nocturna es el
atleta nacido en Kapsabet. Una ciudad de campesinos en el oeste de Kenia, a
11.177 kilómetros de Plottier: escenario de la función.
El papel protagónico no se lo debe sólo a su genética
africana: un cuerpo de 49 kilos de hueso, músculo y nada más. Lo conquistó
gastando caminos entre las nubes salteñas, por los senderos de Cachi. "Voy
siempre, cuando me siento cansado", explica Julius, que utiliza los 2.300
msnm, para recuperar su cuerpo cuando acumula demasiadas batallas. Estuvo las
tres últimas semanas de noviembre recobrándose. "Mientras hacía fondos
largos allá, pensaba en esta carrera", recuerda el kapsabeto "me
motiva saber que bajo y compito".
Descendió de las alturas el viernes; el sábado largó, luchó
y ganó; el domingo muy temprano, amparado en las sombras de la noche, partió.
Se fue de Plottier sin saber que había sucedido detrás de sus pasos.
"Cuando corro, nunca miro para atrás".
Pero detrás aún quedaba otra batalla por librar. Luis Ortiz
y Matías Roth pretendían escoltar al hombre de ébano, pero ninguno quería ser
tercero. El cielo había apago las estrellas y una gotas -pocas y gruesas-,
empezaban a marcas las piernas ambos. A veces Roth, a veces Ortiz, se mostraban
al frente de la lluvia de verano; la llegada corría veloz hacía ellos y la
intriga de la definición crecía como una sombra.
Luis Carlos y Matías Juan José desfilaban por la avenida
principal empujados por el genuino aliento plotteriense, nacido de un público
que se sorprendía con un evento único en su ciudad. Hasta que la avenida llegó
a su fin, las zapatillas tuvieron que girar 180 grados para retomar por la mano
contraria y Matías Juan José Roth traccionó las suelas de sus Adidas contra el
asfalto de Plottier. Esta vez fue Luis Carlos Ortiz el que no tuvo respuesta.
El podio quedaba sentenciado, en ese orden: Rono, Roth, Ortiz.
Destrás de los Romeos, corrían las Julietas
"3m25s el primer kilómetro, los tenía ahí
cerquita", cuenta sonriente (después de la carrera) Mariela Ortiz y Julius
Rono la mira con grandes ojos blancos dentro de su pequeña cara negra.
Estaba claro que la atleta de las cuatro décadas no había
venido a pasear con las señoras de su edad. Después de largar, los parciales
seguían cayendo cerca de tres minutos y medio para la corredora de Nike.
"¡Pero llegábamos a la mitad de la carrera y seguía peleando la punta!",
relata con sincera sorpresa Mariela. Es que a Roxana Flores no le importó el
favoritismo que tenía en todas las apuestas la subcampeona nacional vigente de
10.000 metros y salió a correrla sin respeto a los diplomas. "Recién en la
segunda mitad de la carrera pude asegurar la carrera", confiesa Mariela
"pero nunca me descuidé"; sabe que la carrera se gana cuando la cinta
cae a sus pies.
El podio de damas se completaba con la oriunda de Rincón de
los Sauces, Paola Alarcón. Mientras cientos y cientos continuaban cruzando bajo
el arco de llegada, algunos corrían 5 km, otros 10, pero a todos se los veía
contentos. Con las mismas sonrisas, bajo el mismo arco, un rato antes había
cruzado decenas de chicos, en las tres distintas carreras kids que anticiparon
la competencia principal. La noche avanzaba, la carrera terminaba, pero la
fiesta recién empezaba. Se premiaron a todas las categorías, mientras los runners
se sacaban fotos con los atletas de elite en el centro de exposiciones de
Plottier, arriba del imponente escenario, las bandas preparaban la continuación
del ensueño. Cuando ya todos se bajaron del podio, la música inundó el lugar.
A buen fin no hay mal principio
Y la fiesta siguió, siguió y siguió. Los atletas de elite
hacía rato que estaban durmiendo mientras los runners frente al escenario
seguían gritando "una más" y las bandas no se hacían rogar. En el
medio hubo sorteos, muchas fotos y el infaltable baile del trencito. La carrera
había empezado con los más chicos a las 8 y media.
¿A qué hora terminó? Como mucho eran 10k, no lleva tanto
tiempo ¿A las 10, a las 11? A las dos de la madruga ya nadie volvió a mirar el
reloj, mientras la música no aflojaba. Para esa altura, pocos recordaban que se
había corrido en la calle; la cálida brisa de verano impregnaba el aire de esas
endorfinas que sólo segregan el deporte y el placer.
¿Qué marcas hicieron los ganadores, cuál fue la distancia
exacta que marcó el gps, cuántos corredores tuvo la Energizate Run? No me
pregunte a mí, eso queda para las noticias, apenas soy un humilde cronista que
cuenta como vivió, en Plottier, un sueño de una noche de verano.
Ezequiel Brahim PARA LA NACION