El maratón es una distancia mítica por todas las historias
que rodean esta prueba desde su origen hasta que se incluyó en los Juegos
Olímpicos de Atenas en 1896. La han disputado los mejores fondistas de siempre,
con imágenes de sufrimiento y victoria que forman parte de nuestra memoria
colectiva, y también muchos aficionados, que sueñan con acabar el reto de los
42,195 kilómetros al menos una vez en la vida.
En los últimos años,
la explosión del 'running' ha supuesto una gran noticia de salud pública: nuevos
corredores apuestan por el ejercicio como un modo de vida, aunque algunos hayan
desistido después de algún tiempo de entrenamiento. Pero esa bendita fiebre por
el deporte, y por las carreras y los retos de superación, no debe llevarnos a
engaño: el maratón no es una distancia para todos. Correr es divertido y sano,
libera endorfinas, te ayuda a estar mejor, pero todos los cuerpos no están
preparados para una prueba de la exigencia de los 42.195 metros.Para empezar,
los corredores que no pertenecen a la élite no tienen los cuidados con los que
cuentan los mejores del mundo: entrenamientos regulados, alimentación
controlada, servicios médicos y de fisioterapeutas, descanso..
En definitiva, su vida está orientada a afrontar dos o tres
maratones al año de alta competición. Sin embargo, la mayoría de los
aficionados, además de entrenar y descansar lo que pueden, deben dedicarse a
otras muchas actividades diarias que entorpecen la preparación seria de un
maratón.Y no es cuestión sólo de entrenar. La exigencia de 42,195 kilómetros es
extrema, tanto desde el punto de vista muscular como de la salud. La
maratoniana Alessandra Aguilar reconocía recientemente que ha tenido mejores
analíticas durante su embarazo que mientras entrenaba y competía, dato que
habla por sí solo de la dureza que acarrea la preparación de un maratón para un
atleta de élite.
La imagen del colapso del australiano Callum Hawkins en los
Juegos de la Commonwealth a pocos metros de la meta abrió el debate sobre la
ayuda que hay que dispensar a estos atletas en competiciones de máxima
exigencia. Y son imágenes dramáticas, que no deberían repetirse, pero se trata
de deportistas de alto nivel que enfocan su vida a un evento y conocen la
distancia, su cuerpo, las reglas...
El lunes se conoció el fallecimiento tras el maratón de
Londres de Matt Campbell, un atleta aficionado de 29 años, conocido en
Inglaterra por su participación en la versión británica del programa televisivo
'Masterchef'. Independientemente del estado de forma que tuviera, las noticias que
llegan desde Londres apuntan que corrió dos maratones en 15 días, algo
totalmente fuera de lugar para cualquiera que conozca la distancia.
El maratón es algo muy serio. No hay que tenerle miedo, pero
sí mucho respeto. Y ser consciente de que ni siquiera con el mejor
entrenamiento cualquier persona puede correrlo. Quizás es mejor adecuar las
pruebas en las que se participa al físico de cada uno -medio maratón, 10 ó 5
km- porque los retos y la superación personal no se plasman en la distancia a
la que esté la meta sino en cada zancada que se dé con una zapatilla puesta.
Fuente : Diario Marca