Así, a estos altísimos niveles, ser o no súper rápido es la diferencia entre llegar a ser Campeón del Mundo u Olímpico, o no serlo, entre estar en lo más alto de la historia del atletismo, o no estarlo. Eso bien lo sabe Mo Farah, uno de los corredores más talentosos de la última década. Su extrema rapidez ha llevado a este somalí de nacimiento y británico de adopción, a ser el corredor más poderoso del planeta en dos de las distancias más ‘caras’ del fondo mundial, los 5.000 y 10.000 metros. Las Olimpiadas de Londres, así como las celebradas este año en Río de Janeiro vieron como este fino atleta de 175cm y 58kg de peso era capaz de llevarse las dos medallas de oro en sendos juegos, una hazaña impresionante. Si a eso le sumamos algunas medallas de oro más en los mundiales y en estas distancias, y que a mediados de julio de 2013 fue capaz de batir el récord de Europa de los 1500 metros –este hacía 16 años que lo ostentaba nuestro Fermín Cacho- tenemos ante nosotros a uno de los atletas más difíciles de batir de los últimos años.
Con este contundente palmarés no es de extrañar que Farah guarde algún secreto para conseguir ser tan superior a sus rivales en las citas más importantes. Muchos hablan de su capacidad para acumular hasta una quinta parte más de kilometraje que sus rivales sin tener riesgo alguno de lesión y otros su éxito se fundamenta en los trabajos de velocidad. En este sentido, no vamos a negar esto último cuando sabemos que este excepcional corredor es de los pocos que tienen alguna marcha más guardada en el bolsillo. Cuando todos sus contrincantes van con ‘el gancho’ a ritmos cercanos a los 2 minutos y medio por kilómetros, el británico todavía es capaz de hacer un cambio y alcanzar velocidades cercanas a los 130 segundos por kilómetro en la última vuelta.
Fuente: www.runners.es
Foto: Roman Rodriguez (Juegos olimpicos Rio 2016)