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miércoles, 3 de octubre de 2018

MIGUEL BARZOLA "LA HISTORIA DEL ALBAÑIL OLÍMPICO"

El domingo 23 de septiembre, el bragadense de 36 años fue el mejor argentino en el Maratón de Buenos Aires. Su vida, llena de km, tiene un costado de lucha y entrega deportiva pero también un costado de enorme sacrificio y renunciamientos. En 2011, en Rotterdam, empezó a cumplir su sueño, el sueño por el que dejó todo y se fue con muy poco a España unos siete años antes. A partir de una nota, que un entrañable jefe como Eduardo Dakno editó con enorme paciencia, decidimos titularla “Miguel Barzola, albañil olímpico”. Con eso logramos condensar y describir su hoja de ruta.

De aquella entrevista quedó en claro que la construcción fue siempre el refugio laboral para los Barzola. Su infancia en Bragado transcurrió entre el colegio por las mañanas y el fútbol por las tardes, cuando terminó el primario no tuvo otra alternativa que ponerse el overol para trabajar como peón junto a su padre y sus hermanos. Con 13 años pasó de imaginar numerosas apiladas y goles en la canchita de tierra que había en el baldío frente a su casa a acarrear, de sol a sol, baldes de arena, bolsas de cal y cemento. La vida en El Complejo, un barrio con calles de tierra y casas bajas, algunas de material y la mayoría con techos de chapa, era dura y la plata alcanzaba, pero no sobraba. A pesar de ello, en la casa de los Barzola, siempre había tiempo para correr. Hijo de un atleta amateur, Miguel siguió los pasos de su padre “sólo porque quería viajar y conocer el mar”. En ese entonces, soñaba más con una pelota que con cualquier otra cosa. Por más que su viejo lo instara para que acudiera a su escuela de atletismo El Último Foco en la pista que circundaba a la canchita, para Miguel su lugar en el mundo pasaba por el fútbol. Sin embargo, al paso que pateaba la pelota, probaba y se probaba que era un corredor nato.

Veloz y resistente, participó en varios Juegos Bonaerenses. Conoció Mar del Plata, se alejó del fútbol y se inclinó por el atletismo. Sus amigos del barrio Germán Meneses, Daniel Rodríguez y Juan Manuel Castaño también lo hacían. Como una trampa del destino, en 2003, mientras la Argentina intentaba refundarse tras la crisis que sacudió al país dos años antes, Miguel, con 21 años, trabajaba de 7 a 18 por apenas $7 que se añadían a los $10 que cobraba uno de sus hermanos para que toda la familia hiciera malabares con $85 a la semana. “Algo no funcionaba. La plata no alcanzaba. Había noches que mi viejo se iba a la cama sin comer para dejarnos su plato de comida. Queríamos laburar, pero después de 2001 la situación se hizo insostenible”.

Con un escenario económico apremiante, Barzola y sus amigos de la vida idearon un pacto inquebrantable: viajar a España para probar suerte. “Juntamos plata durante meses para que viajara uno. Decidimos que fuera Juan Castaño porque era el que más se había sacrificado”. A fines de febrero de 2004 ya casi tenían el dinero para el pasaje. Como faltaban unos pesos, Miguel sacrificó su viejo ciclomotor. Con el boleto aéreo en sus manos faltaba definir en qué ciudad desembarcaría. Buceando por Internet surgió Alicante: “Venía el verano y creíamos que Juan Manuel conseguiría más rápido trabajo”. A los tres meses y tras trabajar en un mercado, Juan envió los pasajes. Miguel estaba ante una encrucijada con la Confederación Argentina de Atletismo (CADA). Teniendo el mejor tiempo en 5000 metros, “por necesidad” aceptó una invitación para competir en una carrera callejera y los dirigentes lo privaron de viajar a un Sudamericano. 
Con la rabia e indignación en su equipaje, dejó de correr y el 19 de setiembre de 2004 desembarcó en Alicante. “No quería correr más, sólo quería laburar. Correr había pasado a un segundo plano”.
Los primeros tiempos no difirieron mucho en lo rutinario. De 8 a 18 trabajaba como albañil y por la tarde entrenaba. “Aunque a decir verdad sí cambiaron. De 7 pesos diarios pasé a 40 euros y a un lugar con todas las comodidades. España permitió transformarme en un atleta profesional”. 

Fuente: LN corre
Foto: Federico Cabello