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jueves, 17 de octubre de 2019

¡1:59:40 de Eliud Kipchoge en maratón! Una marca sobrehumana... pero no oficial


Explorar los límites físicos del ser humano, soñar con la superación personal, romper barreras en el deporte...
Eliud Kipchoge, el mejor maratoniano de la historia, se convirtió este sábado en el primer atleta en correr un maratón por debajo de dos horas, una de las míticas barreras establecidas en el atletismo moderno. El keniata cruzó la meta en el circuito del Prater de Viena en 1.59:40, dentro del reto INEOS cuya expectación ha paralizado a medio mundo.
Esta marca no formará parte de las estadísticas históricas del atletismo internacional, pero habrá un antes y un después en los 42,195 kilómetros tras el desafío completado por Kipchoge.
El campeón olímpico y plusmarquista mundial de maratón ha sido el protagonista de un gran espectáculo mediático y deportivo en el que nada se dejó al azar. Todo preparado y coordinado durante meses en pos de un tiempo inaudito.
Porque correr en 1.59:40 un maratón implica cubrir cada 100 metros en 17.08 segundos de media, a una velocidad de más de 21 kilómetros por hora, unos ritmos impresionantes al alcance de muy pocos.
Con una temperatura idónea, sobre los 7 grados, sin sol ni viento, este reto mundial arrancó a las 8.15 de la mañana en el circuito de 9,6 kilómetros establecido en el Prater.
Acompañado de 41 liebres, con algunos de los mejores corredores del mundo -entre los que se encontraban, por ejemplo, los hermanos Ingebrigtsen, Lagat, Kiplimo, Chelimo, Musagala o Centrowitz-, Kipchoge inició su camino hacia la gloria... a 2:50 cada kilómetro.
Nada se había dejado al azar. En una enorme operación de marketing y tecnología -con expertos en meteorología y aerodinámica que habían estudiado el circuito y la mejor forma de conseguir el reto-, un grupo de siete atletas arropó a Kipchoge durante el recorrido para llevarle en volandas hacia la meta.
Cinco de ellos, colocados estratégicamente en forma de V, marcaban el camino al keniata, mientras que otros dos cerraban el grupo para no dejar la retaguardia sin control.
Delante de todos ellos, un coche que con un láser verde marcaba el ritmo e incluso la colocación de las liebres.
Fue una carrera sin rivales, sólo una lucha titánica de un atleta contra el crono y contra sus límites físicos. En ese escenario, el relevo de las liebres, en una coreografía muy ensayada, y comprobar si Kipchoge mudaba el gesto a medida que avanzaba la prueba se convirtieron en los instantes más 'emocionantes' del desafío.
En ese circuito con dos rectas de 4,3 kilómetros, Kipchoge y su grupo fueron cumpliendo las previsiones cada cinco kilómetros.
El keniata cubrió los primeros 10 kilómetros en 28:28 y alcanzó el kilómetro 20 en 56:47. Mucho público quiso acudir al Prater para animar al plusmarquista mundial de la distancia en su desafío.
Acompañado también de varias bicicletas, desde las que le proporcionaban el avituallamiento y le iban confirmando los ritmos gracias a un ordenador, Kipchoge fue superando kilómetros. Porque además de la faceta física, también el aspecto mental resulta clave en una prueba como ésta. El keniata, centro de un reto de carácter mundial, sabía que no podía desfallecer, que demasiadas miradas y el trabajo de muchos meses estaban examinando su rendimiento.
Pero ahí sobresale la enorme calidad del mejor maratoniano de la historia, al menos por el momento.
Kipchoge no defraudó y alcanzó los últimos metros de este maratón único con un público entregado. A falta de 500 metros, Eliud pidió palmas, las liebres le dejaron pasar y se colocaron detrás del keniata, que aún tuvo fuerzas para esprintar y cruzar la meta en 1.59:40. Una gesta del atletismo mundial.
Fuente: Marca