La historia de Noily Salazar es de película. Debió caminar
48 horas hasta una carrera, obtuvo el segundo puesto y clasificó para el
Mundial de Montaña en España. Al ir, será su primer viaje en avión. No tiene
sponsors y a su pueblo no llega la electricidad.
La historia de Noily Salazar parece sacada de un libro de
cuentos.
Vive en el interior de Costa Rica. Con 21 años, residen en
la humilde comunidad Cabécar, donde no llega la electricidad, ni hay
supermercados, por dar ejemplos. En su pueblo se alimentan de lo que ellos
mismos cultivan.
La joven atleta caminó durante dos días hasta llegar a la
competencia realizada en el Cerro Chirripó, con una distancia de 34 kilómetros.
Lo que nunca imaginó es que alguien sin sponsors, que corre con unas zapatillas
viejas y que no tiene entrenador, podría tener tan buen desempeño y clasificaría
a un campeonato del mundo.
En 2019 participó en la carrera y fue quinta. Este año llegó
en segundo lugar, logrando uno de los dos pases que la clasifican al Mundial de
Montaña, organizado por WMRA en la ciudad de Lanzarote, en España.
¿El premio? La Federación Costarricense de Deportes de
Montaña confirmó que le cubrirá todos los gastos: boletos, alimentación, inscripción
y hospedaje, de acuerdo a lo notificado por la prensa local.
Por lo pronto, la sorpresa para la corredora fue enorme,
dado que jamás viajó en avión y esta será su primera vez.
La prueba quedó en manos de la salvadoreña Idelma Delgado,
que se impuso con un tiempo de 4 horas, 4 minutos y 16 segundos. La segunda fue
Noily Salazar, con un crono de 4 horas, 22 minutos y 14 segundos, mientras que
tercera llegó Elizabeth Fernández, con 4:29:46.
¿Cómo es el lugar dónde vive?
Cabécar es un pueblo aislado y muy humilde, no hay
tecnología y las casas son de hojas, construidas por los mismos habitantes.
¿Qué se come? Papa, yuca, plátano...o los animales que
puedan cazar, o los que crían en las granjas.
Lejos está la posibilidad de tener suplementación deportiva
o una dieta diferente.
Noily empezó a correr a los 11 años y rápidamente le tomó
amor al deporte. Sin entrenador, sale a correr muchas veces con botas de hule o
descalza.
Hoy, sin importar la forma en que corra o entrene, tiene su
boleto de avión para viajar al mundial.
Por: Federico Sánchez Parodi