El dos veces atleta olímpico Javier Carriqueo conversó con
el Concordiense sobre el pasado, el presente y el futuro; "cuando hice la
marca mínima para los Juegos de Río no lo pude disfrutar en plenitud",
contó Bruno.
Ni él en su peor pesadilla, ni sus detractores en el mejor
de los sueños, imaginaron una llegada así, diferente al correr convencional.
Aquel 21 de agosto de 2016 en el maratón de los Juegos Olímpicos de Río de
Janeiro, Federico Bruno arribaba corriendo de forma lateral. ¿El motivo? Los
intensos y dolorosos calambres que sufrió desde el kilómetro 30 y que desde el
39 se tornaron imposibles para correr de frente. Descubrió una forma para
avanzar de costado y siguió adelante. Así lo hizo hasta la llegada movilizado
quizás por esa ley no escrita que dice que "un atleta es Olímpico si
termina la carrera". O, acaso, poniendo énfasis en su cabeza aquel axioma
que señala que aquel que abandona no tiene tal consideración. O ambas. La respuesta
sólo la sabe Federico. Aquel día quedó marcado a fuego en Bruno por dos
razones. Por semejante llegada, como mínimo, poco ortodoxa y por otra aún
mejor: haber cumplido el sueño, su sueño, de estar en un Juego Olímpico. Un
trote suave, una entrada en calor para un carrera es la excusa ideal para
conversar de todo lo que le sucedió en un 2016 en el que fue mezcló la lucha,
el coraje, el éxito y el fracaso. Todas vicisitudes, claro, por las que
atraviesa cualquier atleta. Y Federico, obviamente, no escapa a esta lógica.
-¿En qué momento aparece aquella ilusión olímpica?
-Tenía 11 y mientras miraba los Juegos de Atenas me dije
algún me gustaría llegar a unos Juegos Olímpicos. Me decía que podía hacerlo
porque iba haciendo récords nacionales en categorías que iba pasando. Y sabía
que con constancia y disciplina se podía llegar.
Inspirado tal vez en aquellos Juegos de 2004, su objetivo
siempre fue hacerlo en pista en los 1500 metros. En Atenas, Federico era apenas
un nene que vio la consagración del marroquí Hicham El Guerrouj, emblema de la
distancia y oro en aquellos Juegos. De esos ojos de fascinación, años después
Federico se tatuó al marroquí en su muñeca derecha.
Pero como su final letal con ese sprint largo y veloz que, a
falta de 250 o 300 metros, cambia de manera radicalmente brusca, en la
Argentina no tiene respuesta. Cuando nadie lo esperaba, el chico de Concordia,
Entre Ríos, cambió de rumbo obligado por las circunstancias o movido por el
deseo personal de estar en el mayor evento deportivo del mundo.
-¿Como viviste el momento de la clasificación?
-Cuando hice la marca mínima no lo pude disfrutar en
plenitud. Tenía que esperar una semana a que Miguel Barzola corriera en
Alemania. Fue una semana con un poco ansiedad, cuando supe que Barzola no logró
el índice me puse contento, pero por otro lado no sentía tanta alegría porque
mi prueba eran y son los 1500 metros.
-¿Por qué cambiaste de distancia y pasaste del 1500 al
maratón cuando eras becado como un proyecto en la pista?
-Yo hago 180 a 200 kilómetros semanales con fondos de 30
kilómetros en pretemporada que es muy similar a lo que hace un maratonista,
entonces me pregunté: ¿Por qué no lo puedo hacerlo si es lo que ellos hacen? Es
lo que me llevó a tomar esa decisión ya que no tenía garantías ni tiempo para
poder hacer marca mínima en 1500 metros según las fechas que había establecido
la Confederación de Atletismo Argentino (CADA).
Los 42 kilómetros de Río parecen haber provocado algo en
Federico. Se le nota en el rostro. A la distancia y con cierta madurez, el
momento de la recordar aquella maratón le provoca cierta desilusión. Y tampoco
se esfuerza por ocultarlo. "No fue un paso en falso, pero sí un momento de
extremo aprendizaje. Interno y externo. No estuvo bueno llegar así. Agradezco
el apoyo pero no me gustó", advierte el atleta.
-¿Cómo recordás ese día?
-Llegaba fuerte mentalmente. Recuerdo un entrenamiento a
tres semanas de los juegos de 2 por 10 kilómetros con un minuto de pausa en
31m40s y 31m13s. Llegaba con mucha confianza. Pero después de lo que me pasó,
no me quedaron las mejores sensaciones. Los últimos kilómetros fueron
interminables, no fue lo que esperaba. Quería hacer una buena actuación, correr
cerca de mi marca. Sí regresé con la satisfacción de lograr un objetivo, estar,
compartir y vivir con la elite mundial del deporte. Estar cerca de los mejores
atletas.
-¿Te arrepentís de haber tomado esa decisión?
-No, porque logré lo que buscaba. Me hubiera arrepentido si
no hacía la marca mínima o si la lograba y me quedaba afuera porque éramos
muchos los que lo intentamos. Yo daba por perdido el año de pista si encaraba
el maratón.
Tras esa mañana, los aficionados al atletismo y al running
se dividían en dos. De un lado, aquellos que admiraban su esfuerzo, su entrega
y su sacrificio para concluir, por no darse por vencido. Y del otro, los
críticos que meses antes advertían que era una decisión muy precipitada porque
a su edad (23) era innecesario adelantar procesos.
Sin embargo, Federico vuelve a ser autocrítico: "Sabia
que me podían quedar secuelas, pensé en todas las consecuencias. Lo que me
sucedió ese día es por saltarme etapas por correr dos maratones en 4 meses y
con una sola experiencia en media maratón. Pasé de competir en 1500 al maratón
y admito que rompí muchas etapas. Lo que a otros atletas les lleva años lo hice
en unos meses".
La CADA, una relación oscilante
Su relación con la CADA nunca fue un tema sencillo.
Desencuentros, diferentes opiniones, giras no aprobadas, apoyo exiguo. Desde la
confederación se lo ve como un atleta conflictivo, rebelde.
-¿Sos un atleta rebelde?
-Sí, puede ser que sea así. Soy un atleta revolucionario.
Soy revolucionario en el sentido que defiendo lo mío, mis intereses, si me
ponen trabas las salto, como la exigencia de las marcas mínimas porque para
unos Panamericano en 1500 nos exigen 3m42s cuando la Organización Deportiva
Panamericana (ODEPA) recomienda 3m46s. Se debe promover, fomentar el atletismo,
favorecer el roce, el crecimiento de los atletas y no poner trabas. O lo que
sucede con la maratón que piden 2h16m cuando la IAAF pide 2h19m. ¿De qué sirve
poner marcas más complejas que las pedidas por la IAAF en un momento como este
del atletismo argentino? Sólo ellos [por la CADA] lo saben. Es una lástima. Los
que sabemos qué y cómo lo hacemos, somos los atletas.
Hoy la pista vuelve a recuperar a Federico Bruno y él no ha
perdido esa calidad innata que viene demostrando desde hace años. Por su parte,
el maratón parece haberle dado cierta madurez en sus decisiones.
Por lo pronto, arrancó su corta temporada de pista cubierta
mejorando su marca en 3000 metros para llevarla a 7m55.41s, realizados en
Zaragoza. Bruno ostenta el récord argentino pero no se conforma: "Me queda
mucho tiempo en la pista. Soy un atleta de pista".
NOTA: Javier Carriqueo para LN Corre
Fotos: Archivo DPVA