MARTÍN MENDEZ Y EULALIO MUÑOZ |
POR: COCO BEDRIÑAN
DAIANA OCAMPO |
Mucho han hablado los grandes medios de comunicación en
estas últimas horas sobre la realización de la multitudinaria Media Maratón de
Buenos Aires, evento donde se batieron récords de tiempos e inscriptos, pero
poco o nada han contado sobre las ganancias que de allí se obtienen y la poca o
nula participación que recibe la Confederación Argentina de Atletismo (CADA).
Tanto esta carrera como la Maratón de la ciudad (42 k), es
organizada desde la década pasada por la Asociación de Carreras y Maratones
Ñandú (en ese entonces Fundación Ñandú). Cuenta con la fiscalización de la CADA
y la Federación Metropolitana de Atletismo (FAM); y la Maratón de Buenos Aires
ha recibido en 2018 la categoría de “Bronze Label” por parte de la Asociación
Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés).
Esta categorización exige que la carrera sea mixta y que entre sus participantes
de elite internacional haya corredores de no menos de cuatro nacionalidades
diferentes que cumplan con los siguientes requisitos: haber registrado
anteriormente 2 h 16’ los hombres y 2 h 28’ las damas en otros eventos de
idéntica envergadura.
Para esta edición de la media maratón, las inscripciones se
han abonado a un costo de $1300. Si se hace el cálculo sobre un total de 20000
participantes solamente, arroja la suma de $26.000.000. Hay que tener en cuenta
que las distintas firmas pagan por auspiciar en el evento. Adidas, por ejemplo,
entrega las remeras de la carrera sin cobrarle al organizador. Lo mismo sucede
con el agua y las bebidas isotónicas para la hidratación, las frutas o los
productos del kit para el corredor. Los cortes de calle los realiza el Gobierno
de la Ciudad (no hay datos en boletín oficial del GCABA donde cotejar cuánto
perciben por el servicio) y el personal que asiste en los distintos puntos del
recorrido (casi 300 personas) no cobra más que $500. Y en negro
¿Dónde va todo ese dinero? Es claro que no lo recibe la CADA
sino que queda en manos privadas. En este caso, la Asociación de Carreras y
Maratones Ñandú. Pero, ¿qué grupo concentrado de poder está detrás de Ñandú?
Adivinó: el Grupo Clarín. Según una nota del periodista del diario Tiempo
Argentino, Roberto Parrottino, “el vínculo se afianzó entre ambos en el año
2015, producto de la afinidad entre Ricardo Roa, editor general del diario, y
Francisco Irarrázaval, ex subsecretario de Deportes de la Ciudad, a cargo hoy
de la dirección de la señal Depor TV. Ñandú, que se presenta como una
asociación sin fines de lucro, no entrega por reglamento premios en dinero.”
Por otra parte, también el día domingo se corrió en Asunción
del Paraguay el Campeonato Sudamericano de Media Maratón. En él participaron
varios atletas argentinos quienes, según la CADA en su último boletín emitido,
debieron pagarse el viaje de ida y vuelta ya que esta carrera no cuenta con
apoyo por no estar dentro del programa olímpico. A pesar de esto, en damas
logró imponerse la atleta de la localidad bonaerense de Pilar, Daiana Ocampo y
en los hombres fue triunfo del uruguayo Nicolás Cuestas (1:05:06), siendo
Eulalio Coco Muñoz, de Chubut, el argentino más rápido en llegar con una marca
de 1:05:44 en el cuarto lugar de la general y el concordiense Martín Méndez
terminó quinto, con 1:05:55.
Con las elecciones a la vuelta de la esquina y los Juegos
Olímpicos de Tokio 2020 en menos de un año, es momento de preguntarse qué clase
de deporte se desea tener para, al menos, los próximos cuatro años. Fijar un
camino. Porque éste, donde los deportistas deben costearse los viajes y los
privados embolsan sumas millonarias sin volcarla en las federaciones
deportivas, seguro que no es el correcto.