La Argentina había disfrutado de dos victorias en el
atletismo olímpico, ambas en la misma prueba (maratón). Y curiosamente, ambas
en una misma fecha: 7 de agosto. La primera llegó con Juan Carlos Zabala
("El Ñandú Criollo") en los Juegos de Los Angeles, en 1932.
Y la
segunda, dieciseis años después con Delfo Cabrera.
La gran jerarquía de los
maratonistas argentinos habría de prolongarse
a los Juegos siguientes, cuando
el correntino Reynaldo Berto Gorno logró la
medalla de plata en Helsinki,
escoltando al fenómeno checo Emil Zatopek, conocido como
"La locomotora
humana".Gorno, descendiente de italianos, era uno de los
once
hermanos de una familia del interior correntino.
Nació el 18 de junio de 1918
en Yapeyú, la tierra del Libertador General San Martín.
Pasó de adolescente por Entre Ríos
antes de llegar a la ciudad de Buenos Aires,
donde trabajó toda su vida y,
simultáneamente, desplegó sus virtudes de corredor.
Fue uno de los más destacados fondistas
argentinos de la década del 40,
con títulos nacionales y sudamericanos; pero era un tiempo dominado
por otros,
de una generaciónque había arrancado con Raúl Ibarra para terminar
con la
corona olímpica de Delfo Cabrera. Gorno hizo su debut en los 42.195
metros
al obtener la medalla
de plata en los primeros Juegos Panamericanos, en
Buenos Aires, sobre un circuito
trazado sobre la avenida
General Paz. Allí, en
1951, había escoltado a Delfo Cabrera, quien era un verdadero
ídolo popular por
su consagración en Londres. En marzo de 1952, durante el
Campeonato
Sudamericano de Buenos Aires, Cabrera volvió a dominar el gran fondo
(en este
caso, un medio maratón) delante de Gorno. Y ambos fueron seleccionados
para
representar a la Argentina en los Juegos
Olímpicos de Helsinki.
El héroe de dichos Juegos fue el citado Zatopek, uno de
los atletas más grandes de la
historia.
Después de ganar los 5.000 y 10 mil
metros, el checo emprendía un intento que nadie
(ni antes ni después) pudo
conseguir en los Juegos: sumar el oro en el maratón para
el gran triplete del
fondo.Zatopek lo consiguió, después de ir junto a los líderes hasta
la mitad de
la prueba. Dicen que allí se acercó al británico Peters, uno de los favoritos,
y le susurró: "¿no vamos demasiado lentos?" Se alejó hacia el
triunfo, nadie pudo
seguirlo. Gorno, con un planteo muy inteligente de carrera,
fue remontando en el
segundo tramo, en
un bello circuito rodeado por los bosques y lagos de la
capital finesa. Zatopek
cruzó la meta en 2 horas, 23 minutos y 4 segundos,
mientras Gorno logró la medalla de plata con
su mejor marca personal hasta ese
momento: 2 horas, 25 minutos y 35 segundos.
El bronce fue para el sueco
Gustaf Jansson con 2h26m07s. Delfo Cabrera, pese a
sufrir una lesión
en la etapa preparatoria, compitió en alto nivel y consiguió
su mejor marca
personal para ocupar el sexto puesto: 2h26m43s. Las imágenes de
aquellos
tramos finales, con las llegadas de Zatopek y Gorno principalmente,
pueden
observarse ahora por YouTube. Esa actuación convirtió a Gorno en uno
de
los mejores especialistas del mundo y fue invitado a las grandes carreras de
la
época. Su coach Alejandro Stirling -el mismo que había conducido a Zabalita
hasta el triunfo olímpico en 1932- guió los pasos de Gorno
(y también del
todavía muy joven Osvaldo Suárez) en esas campañas
internacionales. Radicados
en Austria, Gorno ganó el maratón Dornbirn de Viena
(1953), en una jornada muy
fría y ventosa, en la que marcó 2h33m08s.
Al año siguiente produjo otra
actuación espectacular a dominar el maratón
organizado por el diario Ashai
Shimbun en Nakamura (Japón) donde su
registro fue de 2h24m55s, récord
sudamericano. Era la primera vez que
dicho maratón estaba abierto a
participantes extranjeros y se convertiría -
trasladado a Fukuoka- en uno de los
más relevantes del mundo: su lista de
ganadores incluye a recordistas mundiales
como Derek Clayton y Robert De Castella,
y al último campeón olímpico Sammy Wanjiiru...En el verano
siguiente,
Gorno obtuvo el maratón de Enschede (Holanda) con 2h26m33s,
aventajando por un segundo a su compañero de entrenamientos, Osvaldo Suárez,
quien debutaba en la distancia. También ese año Gorno quedó cuarto en el
maratón de Boston con 2h20m58s (sobre una distancia inferior a la
reglamentaria).
Pero fue el año de su despedida de la actividad atlética. Luego,
dedicado a distintos
trabajos, sobre todo en el sector de plomería, también
asesoró, aconsejó y entrenó a
fondistas de las generaciones siguientes.
A
comienzos de la década del 80, por una gestión de la firma Adidas,
Emil Zatopek visitó el país y se produjo el
emotivo reencuentro con Gorno. Este,
a principios de los 90, trabajaba como
instructor deportivo en el Polideportivo de
Quilmes, que hoy lleva su nombre. En un
episodio de inseguridad -
un grupo de delincuentes asaltó ese complejo- un tiro
que le pegó a Gorno y,
después de dos semanas internados, éste falleció en el
Policlínico de Hurlingham.
Fue el 10 d eabril de 1994.Quedaba el recuerdo del
bravo correntino,
de uno de nuestros más grandes corredores, el que heredó
directamente
la gloria de Zabala y Cabrera hasta el podio del maratón olímpico.